En nuestra sociedad la memoria se resguarda en el patrimonio cultural inmaterial. Como dijo Pierre Nora “…la memoria es un fenómeno siempre actual, un vinculo que nos enlaza con un presente eterno”[1]. En cambio, la historia, al ser una producción intelectual y secular, convoca al análisis y la crítica. Nadie puede prescindir de la memoria, puesto que las conexiones entre los elementos de la memoria son las que construyen el sentimiento unitario de ser uno mismo. O sea, lo que Antonio Damasio describe en la neurociencia como el “ser autobiográfico”[2]: el que sabe que sabe y que puede responder de acuerdo a sus redes de memoria.
Quien no tiene memoria y no conoce la historia no puede optar sino sólo someterse a una única verdad que le permiten conocer. Hay instituciones que abren la gama de posibilidades de conocer las verdades y otras que las cierran mediante prohibiciones. El desarrollo humano sustentable, el real, es el que abre las opciones para elegir. Y esto nos lleva a decir que es el “ser autobiográfico” es el que puede elegir. El que conoce y valora su memoria y su patrimonio cultural.
[1] Nora, Pierre. 2008. “Entre memoria e historia : la problemática de los lugares” En Pierre Nora, Les Lieux de Mémoire”, Ed Trilce, Uryguay. Pp 19-39
[2] Damasio, Antonio, 2006, El error de Descartes: la emoción, la razón y el cerebro humano, Editorial Crítica, España